
Estíbaliz y Guillermo
Boda en JARDINES DE ABRIL, ALICANTE

Hay bodas que respiran autenticidad desde el minuto uno. La de Estíbaliz y Guillermo en Jardines de Abril, en Sant Joan d’Alacant, fue justo eso: una mezcla perfecta entre elegancia, emoción y mucho rollo.
Ellos querían fotos reales, sin forzar nada, y el lugar no podía acompañar mejor: una finca con jardines infinitos, una casa con historia y una luz que a última hora del día lo transforma todo.
Ambos se prepararon allí mismo, dentro de la casa principal. Estíbaliz se rodeó de sus damas de honor y familiares, en un ambiente de risas y ese nervio bonito que se nota en el aire cuando algo importante está a punto de pasar. Guillermo se vistió en otra sala, más tranquilo, ayudado por los suyos. Todo ocurría a pocos metros de distancia, pero sin cruzarse, como si el propio edificio se encargara de mantener la intriga.
Ella vestía un diseño de Rosana Cantó y los zapatos de Miss Honolulu completaban el look con personalidad. Él apostó por un traje de Blackpier, impecable, con ese aire clásico que no pasa de moda.
A media tarde, cuando el sol empezaba a caer, la ceremonia comenzó bajo la pérgola natural que corona los jardines de la finca. El espacio estaba decorado con tonos otoñales: naranjas, granadas, verdes oscuros y algunos toques negros, con una propuesta floral de @_chitina_ que encajaba a la perfección con el entorno.
El montaje, coordinado por @belencordobawp y @mun_eventos, cuidaba cada detalle sin robar protagonismo a lo importante: las personas. Las lecturas de sus amigos y familiares fueron de esas que te dejan con un nudo en la garganta; se mezclaban las risas con las lágrimas, y la emoción se notaba incluso en los invitados más duros. Cuando hicieron el ritual de la arena y se leyeron sus votos, una lluvia de pétalos cerró el momento de la forma más sencilla y bonita posible.
Antes de que empezara el cóctel, hicimos un pequeño paréntesis solo para ellos: un paseo tranquilos por los Jardines de Abril. Fue ese momento en el que todo se relaja, la ceremonia ya ha pasado, los nervios se disuelven y por fin pueden disfrutar el uno del otro. Hicimos algunas fotos sin perder la naturalidad del momento; se trataba de dejarles respirar, moverse y mirarse a su manera, en un entorno que lo hacía todo fácil.
El cóctel se celebró en el exterior mientras sonaba @theredvelvetsoficial, un trío vocal con estética pin-up y sonido swing, dixieland y doo-wop. El ambiente era perfecto: buena música, gente con ganas de pasarlo bien y una luz cálida envolviéndolo todo.
El catering corrió a cargo de The Wedery, que montó un servicio impecable, tanto en presentación como en ritmo. Entre brindis, abrazos y alguna que otra improvisación de baile, el ambiente se fue animando hasta que llegó el momento del banquete.
Al terminar la cena, los novios sorprendieron a todos con su primer baile, recreando el icónico paso de Mia Wallace y Vincent Vega en Pulp Fiction, con ese toque desenfadado y divertido que rompió cualquier formalidad. Fue el inicio perfecto para la barra libre, y la fiesta continuó dentro de la ermita de la finca, decorada con un contraste brutal: luces y bolas de discoteca en un espacio con historia. El DJ @djparatuboda se encargó de que nadie se quedara sentado, y la noche siguió entre risas, abrazos y mucho baile.
Fotografiar bodas así, en lugares como Jardines de Abril, es un lujo. Cuando una pareja como Estibaliz y Guillermo deja que las cosas pasen sin forzar y disfruta cada momento, el resultado son fotos que cuentan lo que ocurrió y que las tendrán para siempre, recordando cada emoción y detalle. Si te casas en Alicante y te gusta este tipo de reportaje, natural, con ritmo y sin artificios, me encantará documentar tu boda.

No me vais a ver interrumpiendo ni dirigiendo como un general en batalla. Me mezclo, observo y disparo para que cuando veáis las fotos penséis:

No voy a soltaros el típico rollo de que nací con una cámara en la mano o que siempre soñé con fotografiar bodas. Llegué aquí porque descubrí que en las bodas auténticas, sin postureo y con la gente disfrutando, la magia pasa sola… y me encanta capturarla.
Sigo igual de enganchado: me emociono, me río y acabo en la pista, cámara en alto, esquivando copas para cazar el siguiente momento.
